Si las denuncia no funcionan, si las protestas no los motivan, si las huelgas no lo amedrentan y si las elecciones no producen los cambios necesarios para garantizar la felicidad y el bienestar del pueblo, entonces, ¿qué otra alternativa nos queda?

 

La franca impunidad de la que  han gozado los delincuentes de los gobiernos del PLD,  PRD y PRSC,  la sumisa actitud de los “representantes” del pueblo ante el Congreso Nacional y el egocentrismos de quienes fueron “elegidos” , no solamente persisten sino que aumentan con cada elecciones.

Esta clara correlación entre elecciones y el deterioro económico, político y moral de la nación debería ser usada por los que se dedican la noble actividad de “salvar” al pueblo dominicano de sus principales enemigos. Sin embargo, ésta clara ley de acción y reacción  es ignorada por la gran mayoría de los defensores del pueblo dominicano  quienes, vendados por sus propias acciones o motivados por sus sueños personales,  insisten en más de los mismo.

En esta lucha, ¡los únicos que saben lo que quieren, los únicos que actúan para lograr sus propósitos son los enemigos del pueblo!  Los resultados están por doquier y al granel.

Basta ya.  ¡Esta situación es inaceptable!

Quizás sea hora de detener este estado de estancamiento, quizás es hora de innovar las formas de lucha, o talvez, el momento es propicio para enfrentar las medidas empobrecedora y clasistas  que sólo aumentan el sufrimiento del pueblo que “elige” a sus gobernantes.

Si las denuncia no funcionan, si las protestas no los motivan, si las huelgas no lo amedrentan y si las elecciones no producen los cambios necesarios para garantizar la felicidad y el bienestar del pueblo, entonces, ¿qué otra alternativa nos queda?

¿Desobediencia civil pacífica? ¿Paro Nacional? ¿Enfrentamientos escalonados?

Quizás sea hora de dejar la comodidad de nuestra diaria rutina y comenzar a prepararnos para lo que, aparentemente, es inevitable.

Eso sí, antes de iniciar los preparativos tomemos en cuenta que, por separados, nos pisotearan como insignificantes insectos.

Felipe Lora