Soy fiel visitador, en la Internet, de los foros que tratan el quehacer dominicano.
Dedico una gran cantidad de tiempo leyendo los comentarios y las inquietudes de los dominicanos, pues estos reflejan, indirectamente, la posición de la clase media (El que tiene computador y esta conectado a la Internet pertenece, definitivamente, a la clase media dominicana o a lo que queda de ella.) En esos foros las quejas llueven por doquier.
También estoy al tanto de los comentarios que se hacen en las esquinas de los barrios, especialmente en las esquinas de Bella Vista, en Santiago, donde me hice hombre. Tres de cada cuatro comentarios son quejas.
Las quejas, las maldiciones, las palabrotas, e inclusive el léxico usado en ambos lugares no tiene diferencia alguna. Somos dominicanos y sabemos quejarnos.
En los medios de comunicación es lo mismo. Casi todas las opiniones y las noticias del día son una especie de queja , auque con diferente lenguaje.
Nos hemos convertido en una nación de quejosos.
Todos, desde el más pobre hasta el más rico, desde el más educado hasta el analfabeto, desde el comprador hasta el vendedor. Todos sabemos quejarnos y lo hacemos a boca llena.
Quejarse es un derecho protegido por nuestra constitución. Si usted es dominicano, usted tiene derecho a quejarse.
Nos quejamos del frió y del calor, del de arriba y del de abajo, de lo caro y de lo barato, de la abundancia y de la escasez, de los precios de los alimentos y de los apagones, de los hoyos en las calles y del volumen de la música.
Nos quejamos de los políticos y de los partidos, de la junta electoral y de las elecciones. Además, nos quejamos de nuestra suerte y de nuestro trabajo, de la esposa y de los hijos. Nos quejamos hasta de las quejas.
Sin lugar a dudas, estamos entre los mejores en el arte de las quejas, y eso, amigo dominicano, está protegido por nuestra constitución.
Quejarnos es nuestro derecho.
El problema es que nos hemos concentrado en las quejas y hemos descuidado las acciones.
Me pregunto ¿es que nos quejamos con la esperanza de que otros nos resuelvan los problemas?
Las quejas son efectivas y tienen su valor sólo si son seguida, ante la negligencia del infractor, por la acción.
Hemos abusado tanto de las quejas, sin apoyarlas con las correspondientes acciones, que hemos logrado que los responsables de los problemas que nos afectan, ya no nos oigan.
¿Cuándo pasaremos de las quejas a la acción?
Si estábamos esperando la ocasión perfecta para actuar ya la tenemos. Solo mire a su alrededor y se dará cuenta de que la hora de acción ha llegado.
¿Me entienden?
Felipe Lora
El Loro Dominicano
13 de Enero del 2004