Si crear conciencia de clase y entender que el sufrimiento del pueblo tiene una causa común es, como lo expresó Federico Engels, solo el primer paso, entonces, podemos deducir que en República Dominicana, a pesar de los intentos históricos, a pesar de las gestas gloriosas y a pesar de nuestros héroes y mártires, el proceso de emancipación del pueblo aún no se ha iniciado.

Por el contrario, por cada dominicano que gracias a sus acciones en favor del bienestar del pueblo ha alcanzado, dentro de las masas populares, la categoría gigante de héroe, existe una agrupación que, muchas veces llevando su nombre, retrasa ese importante primer paso indispensable para parir el partido de los trabajadores y los excluidos. 

Este desconsolador escenario pone de manifiesto el eterno dilema del huevo o la gallina por el que atraviesa y ha atravesado la izquierda dominicana. ¿En que debe concentrarse el grupo que cree que “la emancipación de los trabajadores sólo puede ser obra de la clase trabajadora”? ¿En organizar a los trabajadores para luego concientizarlos o en concientizarlos para que ellos se organicen?

Puesto de esta forma e interpretando los pensamientos de Marx y Engels en referencia a la Clase Obrera, se llega a la simple conclusión de que el camino a seguir es la concientización de los trabajadores y de los excluidos. Una vez logrado este objetivo, “ellos darán los pasos necesarios, creando su propio partido, para liberarse de una vez y por toda, de las cadenas que lo atan a la miseria y esclavitud eterna”.

En otras palabras, todo el que en estos momentos esté dedicando sus energías en cualquier actividad que no sea la de concientizar, directamente, a la clase trabajadora esta, de una u otra forma, retrasando este importante primer paso. 

¡Todavía hay patria!
En la actualidad existen centenas de organizaciones locales y decenas nacionales que entienden la importancia de “educar” a los trabajadores y a los excluidos. Sin embargo, estos grupos, en la mayoría de los casos, carecen de las experiencias pedagógicas y organizativas y, en muchos casos, de una visión clara de cómo lograr ese “primer paso”.

Por ejemplo, hay organizaciones convencidas de que con huelgas, protestas, caminatas y movilizaciones atraerán a esa masa reacia, confundida y anestesiada por las calamidades del sistema, la cual, inspirada por esos eventos de protesta, tocará sus puertas y “exigirá” ser concientizada. Nada más falso.

Hay otras que, creyendo en la infalibilidad y garantía de la Internet, concentran sus esfuerzos en plasmar en fotos y videos todas sus actividades, con la intensión de usarla como carnada para invitar, por los medios sociales o por correo electrónico, a los trabajadores y a los excluidos a que se les unan en la causa. ¡Nada más desconectado de la realidad!

Además están las modalidades de charlas, foros abiertos, juntas, etc., todas con la intensión de “educar al pueblo” desde la comodidad de la ciudad en un local facilitado o rentado y con un horario conveniente.

Todas estas acciones y actividades, sin duda tienen sus ventajas y producen cierto nivel de interés y de resultados. Sin embargo, casi siempre terminan atrayendo, no a los trabajadores, campesinos o a los excluidos, sino a jóvenes de la clase media quienes, creyendo en los mismos objetivos que los organizadores, se convierten en “el coro de la iglesia”.

Otro elemento común en cada una de las anteriores acciones, si hay cierto nivel de organización, es la forma en que se concretizan, se planifican, se publican, se invita por la Internet, se realizan, se fotografían, se publican en Facebook , se analizan y, finalmente, se reflexionan sobre el éxito de las mismas, basándose en los erróneos niveles de asistencia o de clic en la Internet. En ninguna de estas etapas se considera al trabajador o se consulta con los campesinos o los excluidos.

El júbilo de participar en este proceso ofusca a los organizadores quienes, erróneamente, definen el éxito, de la misma forma que lo hacen las organizaciones burguesas; en base al número de participantes, a la cantidad de reseñas que aparecen en los medios o al número de “me gusta” que consiguen el Facebook, y pierden de vista los objetivos reales del movimiento; crear conciencia de clase. 

Girar hacia la Izquierda
Todas las acciones anteriores, manteniendo el objetivo claro, pueden guiarse de forma que produzcan los resultados deseados. Esto es, lograr el acercamiento y la atención de algunos trabajadores, campesinos y excluidos, asignarles tareas y responsabilidades de carácter humano y con valor organizativo e incluirlo en la fase de planificación, diseño y dirección de los eventos educativos y de protestas que se escenificaran en sus respectivas localidades. 

En otras palabras, el trabajador, el campesino o el excluido, en lugar de “apoyar”, ante la comunidad, la acción que dirige la organización; la organización, ante los ojos de la comunidad, apoya la acción desarrollada por algunos de sus miembros. Este giro, facilitará el acercamiento de la comunidad a la organización, la cual, a través de los miembros locales, podrá iniciar el proceso de concientización apoyándose siempre por política de servicio dirigida por y para la comunidad.

Una vez puesta en acción este nuevo modelo, será necesario concientizar a los “concientizadores” hasta que estos hombre y mujeres se enamoren de sus sueños y se desvelen soñando en los momentos de felicidad y de bienestar que su participación en el movimiento le puede ofrecer al pueblo dominicano.

Esta nueva actitud o modelo creará la necesidad de pactar, sin perder de vista el objetivo, no solo con organizaciones fundadas bajo los mismos conceptos filosóficos, sino con cualquier denominación que facilite y/o agilice el proceso de concientización de los trabajadores y de los excluidos.

Es así como, con la finalidad de llevarle conciencia a los que no la tienen, se deberán priorizar las conversaciones con los sindicatos y organizaciones obreras “amarillas” apoyando las causas comunes, con las base de los partidos tradicionales y con todos los que tengan oídos para escuchar que las causas del sufrimiento del pueblo es, sencilla y llanamente, la codicia esclavista y la cruel indiferencia de quienes se benefician del sistema económico imperante.

Como ciudadano, es nuestra responsabilidad “enamorarnos” de la idea de una sociedad comunal y crear conciencia de clase, concientizar a los que nos rodean, exigir y/o trabajar por la unificación del movimiento impulsando la creación del partido de los trabajadores, campesinos y excluidos.

El próximo paso, como sugiere Engels, consistirá en “encontrar el remedio común para estos padecimientos comunes y en expresarlos en el Programa del nuevo partido proletario”, a través del cual deberá iniciarse el ascenso al poder de los trabajadores quienes, apoyados por las masas, serán los responsables de desmantelar, paulatinamente, el sistema capitalista.

¡Manos a la obra!

Felipe Lora
felipe@lora.org